Soluciones salinas, un vaso de agua y dos cucharadas de sal o simplemente un vaso de agua de mar. No importa cuál de las tres opciones elijas, ya que todas ellas funcionan para que esta singular lámpara pueda entregar luz a quienes lo requieran. Este genial invento fue diseñado por
Aisa Mijeno y su hermano Ralph junto a Joefrey Frias, tres jóvenes filipinos quienes estaban
en busca de una solución para las millones de familias en su país que viven sin electricidad.
Para estas familias, su día termina cuando se acaba la luz natural. Cierran las tiendas, los niños dejan de jugar en las calles y todos se aseguran de estar de vuelta en casa antes de que caiga la noche. Mientras todo está oscuro allí afuera, lo único que les queda hacer es dormir. Aisa lo vivió en carne propia cuando vivió con la tribu Butbut en Buscalan, Kalinga en 2011. “
Las personas no tenían acceso a la electricidad y tenían que caminar 12 horas hasta llegar a Bontoc, un pueblo a 50 km de distancia, para conseguir queroseno para sus lámparas“,
cuenta ella. Esto la llevó a buscar una solución más segura que las lámparas de querosene que hasta ahora utilizaban; ecológica y económica y así fue como con la ayuda de su hermano y otro amigo dieron con el concepto de la lámpara que funciona con agua salada y que
puede entregar 8 horas de luz continua.